Rusia, Imperio ruso, 20 Kopeks – 1914

Descripción

Desde la llegada al trono de Pedro I, se había preocupado por occidentalizar el país, convirtiéndolo en una monarquía absolutista, reformando el ejército y creando la Armada. En 1721, tras la victoria en la Gran Guerra del Norte, toma el título de Emperador.
Con la fundación de San Petersburgo y la victoria en la guerra con Suecia, Pedro ya había conseguido abrirse a Europa con puertos utilizables todo el año, y convertirse en la principal influencia sobre la mancomunidad polaco-lituana.
El siguiente reinado fundamental de la época, será el de Catalina la Grande, quien adoptó los principios de la ilustración, convirtiendose en una despota ilustrada. Catalina expandió las fronteras del imperio a costa de los turcos, creando la flota del Mar Negro, y de Polonia, pactando con Prusia y Austria los repartos de Polonia. También en esta época se colonizo Alaska expandiendo la exploración.
En este siglo XVIII y siguiendo esos principios de la ilustración, se abrieron las primeras Universidades y se trajo a cientifícos y técnicos europeos, aunque la población rural (totalmente mayoritaria), seguía en un sistema feudal de sujeción a la tierra.
En las guerras napoleónicas, Alejandro cambió de bando tres veces según sus intereses, pues también estaba involucrado en conflictos con Persia y el Imperio Otomano, en los que de nuevo se ampliaron los territorios bajo Rusia.
Tras la victoria contra Napoleón, Rusia se convertiría en baluarte del conservadurismo, formando parte de la santa alianza. El problema es que Europa Occidental entraría en la revolución industrial, y Rusia, con sus siervos atados a la tierra, no tenía capacidad para desarrollarse, lo que fue ampliando la brecha económica.
Además, el Imperio Ruso vivía en permanente deficit, al soportar unos gastos militares tremendos por su dispersión geográfica en una economía anquilosada.
La guerra de Crimea puso en evidencia todas las limitaciones. El ejército en que se había apoyado el país desde las guerras napoleónicas, era débil, tecnológicamente atrasado, ineficiente y corrupto. Quedo claro que el país necesitaba reformas.
A Alejandro II le tocó acometer estas reformas, que cubrieron todos los aspectos sociales y económicos y dónde destaca la emancipación de los siervos, que por fin proveió de mano de obra la industria. Había más reformas en preparación cuando fue asesinado en 1881. Su sucesor tendría corte reaccionario, y no habría más reformas hasta la revolución de 1905, siguiendo la derrota en la guerra con Japón tras la que Nicolás II realizó ciertas concesiones de corte liberal.
La llegada de la primera guerra mundial generaría enormes tensiones en la sociedad que desembocaron en la revolución de Febrero, y la abdicación del Zar.