Descripción
Tras el final de las guerras napoléonicas, el congreso de Viena quisó crear un estado tampón más fuerte al noreste de Francia, y se decidió volver a unir a los países bajos en un único reino bajo la familia real holandesa.
Pero no salió bien por las grandes diferencias entre territorios. El sur era industrial y de mayoría católica, y el norte más dedicado al comercio y de mayoría protestante. La población era más numerosa en el sur, pero se encontraban marginados del gobierno. Esto afectaba especialmente a la población walona de habla francesa.
Con la revolución liberal de 1830, parecía que había llegado el momento, y los levantamientos se sucedieron en Bélgica. Se ofreció el trono en 1831 a Leopoldo que lo aceptó, convirtiéndose en Leopoldo I. Le fue ofrecido el trono por ser el candidato británico, y no representar potencias con pretensiones territoriales en Bélgica (como podría ser Francia).
Los países bajos del norte intentaron forzar la unión, aunque la intervención de Francia y Reino Unido forzaron una tregua indefinida desde 1833 aunque hasta 1839 no se alcanza el acuerdo de disolución con el tratado de Londres, que delimitó las fronteras y creo la unión personal entre los países bajos y Luxemburgo.
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