Descripción
En 1830 Bélgica se separa del Reino Unido de los Países Bajos, dejando sola a la parte norte, que no reconocerá la independencia del sur hasta 1839 con el tratado de Londres. Luxemburgo se convirtió en un país independiente, perdiendo gran parte de su territorio a favor de Bélgica.
Guillermo I era un despota ilustrado y conservó gran parte del poder, devolviendo poder a los estados y manteniendo un voto censitario bastante restrictivo, pero al mismo tiempo promovió la rápida modernización del país, siendo el sur más industrializado, pero con un norte próspero por la recuperación de las colonias y su comercio. De hecho, los países bajos no eliminaron la esclavitud en sus colonias hasta 1863. La primera crisis importante llegó con la separación del sur, en parte por las restricciones impuestas a la mayoría católica.
Una vez separados, los países bajos comenzaron su industrialización aunque sin alcanzar los niveles de Bélgica hasta 1920. Rotterdam se convirtió en un gran puerto y el conglomerado Philips pronto destacó por el tamaño y diversificación.
En lo político, las revoluciones liberales de 1848 no tuvieron un fuerte impacto en los países bajos, aunque el rey adoptó cambios liberales en la constitución.
Durante la primera guerra mundial se mantuvo neutral, pero muy controlada por los beligerantes, pues los países bajos controlaban el acceso a los grandes ríos, y la posible entrada y salida de productos a Alemania.
En el periodo de entreguerras sufrió de manera importante la crisis del 29. La llegada del nazismo y la militarización de Alemania, no preocuparon en exceso a la población holandesa, convencida de que en caso de guerra, se respetaría nuevamente su neutralidad. Sin embargo, Alemania si invadió esta vez el país en mayo de 1940 (aplicando el Plan Schlieffen totalmente), forzando la rendición el día 15 de mayo con el bombardeo de Rotterdam. La familia real y el gobierno huyeron a Londres, y comenzaría una etapa de ocupación alemana.
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