Descripción
A pesar de la neutralidad holandesa, los alemanes invaden los Países Bajos en mayo de 1940 como parte de su plan para la invasión de Francia.
Tras 5 días de guerra que incluyeron el bombardeo de Rotterdam (centrandose en áreas civiles como ya había sucedido en la guerra civil española), se produjo la rendición y tanto la familia real como el gobierno huyeron a Londres.
La ocupación fue en un primer lugar bastante suave, siguiendo una política de “guante de terciopelo”, produciéndose un gran aumento de la producción industrial. A partir de mediados de 1941, las exigencias alemanas crecieron, y la calidad de vida se redujo drásticamente. En febrero de ese año se produjo una huelga organizada por el partido comunista, en protesta por la política anti judía. Una gran cantidad de la población judía de los países bajos fue deportada a los campos de concentración alemanes. En mayor proporción que en otras zonas ocupadas, lo que parece ser el fruto de sobornos a las autoridades locales y policia.
Tras el desembarco de Normandía, las condiciones empeoraron de forma dramática, con la falta de alimentos y combustible. Los aliados liberaron la parte sur del país a finales de 1944, aunque la parte norte y oeste sufrieron una importante hambruna aquel invierno. La liberación completa del país llegó con la capitulación de mayo de 1945.
El buen trato inicial venía de la consideración por parte de Hitler de que los holandeses eran arios, y deseaba su incorporación al Reich. Al no querer retornar el gobierno holandés y no poder crear un gobierno títere como en Francia u otros lugares, se creo un gobierno civil liderado por el nazi austriaco Arthur Seyss-Inquart. Como hemos visto, la duración del trato especial duraría tanto como el empuje inicial aleman.
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