Descripción
El primer siglo antes de cristo, vio la continua desestabilización de la República Romana por guerras civiles. El punto culminante fue el nombramiento de Julio Cesar como dictador perpetuo, y su posterior asesinato en el 44 a.C. Esto llevo a una nueva guerra civil, que terminaría con la victoria de Octavio en Actium en el 31 a.C.
Posteriormente, Octavio iría acumulando magistraturas y poderes de la república, que le convertirían en emperador. Así, en el 27 a.C. el senado le nombra “Princeps” y le otorga imperium maius más el título de Augusto, lo que lo convierte de facto, si no de iure (pues las leyes republicanas se mantenían), en emperador.
De hecho, la época de prosperidad que se abre con Octavio, hace que dentro de una legalidad republicana, se mantenga una realidad imperial en que todo sigue igual con el sucesor nombrado, Tiberio.
El imperio se divide en provincias, unas senatoriales y otras imperiales, con gobernadores que tienen poder dentro de su provincia, pero que lo pierden al salir (para así evitar las revueltas de las provincias más militarizadas). De hecho, esta organización aseguró un periodo de paz y desarrollo sin precedentes, conociéndose los 200 años desde Augusto, como la Pax Romana.
Muchos historiadores, incluido el contemporaneo Dio Cassius ven en el ascenso de Cómodo el comienzo del declive del imperio.
En el año 212 con Caracalla, la ciudadanía romana, antes restringida, se establece por decreto a todos los ciudadanos del imperio, pero sin embargo el s.III estará plagado de inestabilidad, siendo normal que los emperadores terminarán asesinados. Aureliano y Diocleciano a finales del siglo, consiguen reunificar y estabilizar el imperio. Diocleciano es el primero que cambia formalmente el título de príncipe, por el de señor. Una de las reformas que más impacto tiene para estabilizar a corto plazo, pero que resultará fatal a largo plazo es el cambio en la recaudación municipal que convierte a los magistrados en responsables subsidiarios de los mismos. Esto hará que muchos potentados se vayan de las ciudades y se aislen en sus villas, evitando el pago de impuestos, y desvinculándose progresivamente de los engranajes imperiales. Así, cuando haya que defender el imperio, irá habiendo progresivamente menos gente dispuesta a hacerlo. A pesar de las divisiones que se van sucediendo, se puede considerar que estas son temporales hasta Teodosio, que divide el imperio en dos partes que ya no volverán a unirse.
La estructura que se va generando dentro del imperio y que sobrevivirá a su fin, es la de la iglesia cristiana, que pasa progresivamente de ser ignorada, a ser perseguida, por última vez y con especial violencia por Diocleciano, y que pasa a ser aceptada con Constantino, y hecha oficial por Teodosio.
El sistema monetario romano sufre varias reformas, originalmente (época republicana) se basaba en el denario, existiendo en cobre/bronce, las fracciones sextercio (1/4), dupondio (1/5), As (1/10), y semis (1/2 As), triens (1/3 As), Quadrans (1/4 As) y Uncia (1/12 As).
Augusto reforma el sistema partiendo ahora de un aureo de oro con valor de 25 denarios, y los quinarios aureo (1/2 solido) y argenteo (1/2 denario), y cambiando los valores de los bronces dónde el dupondio pasa a ser 1/2 sextercio, el as 1/4 y así sucesivamente.
Caracalla introducirá el antoniniano como doble denario (aunque sin el peso correspondiente).
Diocleciano reformará también la moneda, pues estaba ya muy devaluada, estableciendo el siguiente sistema: Se mantiene el Aureo y se crea el Argenteo (1/25 de Aureo como antes tenía el denario), y a su vez se divide en 4 nummus, 20 radiados, 50 laureados o 100 denarios. La reforma final de Constantino cambia el aureo por el sólido o sueldo, que se divide en 12 millarenses, que a su vez son 2 siliquas de plata cada uno. 15 follis hace una siliqua y el follis está compuesto formalmente por 40 nummus. Los follis normalmente se plateaban
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