Descripción
La era de relativa libertad irlandesa terminó después de la revuelta de 1798, influenciada por la guerra con la Francia revolucionaria. Para evitar una posible independencia irlandesa, que servía de aliada a Francia, se decidió unir a los dos países en un tratado refrendado por ambos parlamentos, y que entró en vigor el 1 de enero de 1801. Gran Bretaña abandonó las guerras napoleónicas, con una armada poderosa, la industria más grande del planeta, y una política fuertemente conservadora, desconfiada de cualquier conato revolucionario. Durante el siglo XIX, el país se convirtió en la primera potencia mundial, con un imperio nunca visto en los cinco continentes. A partir de 1858, la joya de la corona, la India, dejó de estar sujeta al control de la Compañía de las Indias Orientales, y pasó a estar bajo el control del Estado, tras la fallida revuelta del año anterior. Sin alianzas permanentes, el Reino Unido estableció la política exterior del espléndido aislamiento, en la que permanecería hasta la Segunda Guerra Anglo Bóer, donde esta política comenzó a demostrar sus debilidades. De esta forma, la triple entente con Francia y Rusia se había configurado antes de la Primera Guerra Mundial. La independencia de Irlanda acabaría con el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda, que naturalmente continuaría con el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte en 1922.
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