Descripción
La unificación de las distintas monarquías ibéricas en manos de Carlos I (realmente la parte castellana sería regencia hasta la muerte de su madre), fue el resultado de una serie de casualidades dinásticas, y por ello se debe marcar claramente la unión personal, ya que con sus abuelos no estabamos aún en ese punto. Carlos recibió de su otro abuelo Maximiliano por similares circunstancias la herencia imperial, pero no debemos olvidar que todos los territorios bajo su mando se siguieron rigiendo como posesiones patrimoniales diversas. Si bien España o Castilla tuvo el protagonismo por el reciente descubrimiento de América y su conversión en una potencia imperial, y porque sus ciudadanos fueron quizás los integrantes fundamentales de sus ejércitos, no es menos cierto que sobre todo con Carlos, la gestión de los dominios seguirá siendo patrimonial, y no nacional, dividiendo, escindiendo o separando en ocasiones entre familiares según su voluntad.
Las reformas de los Reyes Católicos ya habían allanado el camino para crear una Castilla fuerte con un poder de los nobles reducido. Las cortes normalmente no los convocaba, porque lo principal era el pago de los impuestos al que eran ajenos. Si se convocaron para revisión de los juros (deuda pública), considerandose mucha no legítima y eliminandose, con lo que se debilitaba más a la nobleza. También se comenzo a reducir el arrendamiento de impuestos, mejorando las finanzas estatales. La Santa Hermandad mejoraba la justicia y la ausencia de guerras privadas, pagada por las ciudades.
En cualquier caso, a la muerte de Fernando, Carlos se autoproclama desde Borgoña Rey de las posesiones castellanas y el regente cardenal Cisneros, prefiere aceptar los hechos consumados que buscar otra solución que pudiera desatar otra guerra civil, conminando a Carlos para que viniera a Castilla a la mayor brevedad posible. Llega a Asturias sin apenas hablar castellano y rodeado de nobles borgoñones. Las cortes de Valladolid y Aragon lo reconocieron como Rey, e hicieron las concesiones económicas, con algunas condiciones que el Rey aceptó. Poco después moría su abuelo Maximiliano, y Carlos necesitaba dinero para asegurarse el puesto, por lo que convocó de nuevo cortes castellanas, en las que consiguió el dinero necesario (hubo acusaciones de sobornos sobre algunos procuradores). Carlos se marchó con el dinero (inclumpliendo una de las condiciones impuestas en cortes sobre sacar el dinero del país), y dejó de regente a un extranjero lo que causó gran indignación y una revuelta bastante generalizada, aunque en su mayor parte aglutinada en la guerra de las comunidades de Castilla. Esta revuelta en su mayoría burguesa y de la baja nobleza se fue radicalizando, alienando a la nobleza, lo que fue clave en la victoria del bando imperial. También tuvieron importancia las germanías del Reino de Valencia.
Quedo así sometida Castilla, y aunque Carlos se cuidó de cambiar su corte y llenarla de castellanos, en el futuro, las cortes no tendrían poder para enfrentarse de forma efectiva al Rey, y se podía considerar ya una monarquía absoluta.
El enfrentamiento tradicional entre aragoneses y franceses, que había llevado a los Reyes Católicos a una política de matrimonios orientada a aislar a Francia, se había cumplido a la perfección con Carlos I, pues controlaba en mayor o menor medida todas las fronteras del enemigo. No obstante el potencial económico de Francia era muy superior al de las posesiones imperiales, lo que serviría para equilibrar algo las cosas. No obstante, el enfrentamiento sería constante.
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